Las empresas están en la obligación de proveer a sus trabajadores del equipamiento necesario para garantizar su seguridad. De esta forma se reducen los riesgos de sufrir accidentes laborales durante el cumplimiento de sus funciones.
Dentro del equipo destaca el calzado, ya que el mismo protege los pies de golpes, resbalones y hasta riesgos eléctricos. Se estima que en España un 15% de los accidentes laborales afectan a los pies, lo cual nos indica la importancia de elegir el calzado de seguridad adecuado.
El calzado de seguridad debe ser elegido con base al tipo de actividad que realiza cada trabajador y lo más recomendable es que sea hecho por un profesional. El mismo debe conocer la normativa referente a este tipo de calzado y seleccionar aquel que proteja mejor contra los posibles riesgos laborales.
¿Qué es un calzado de seguridad?
Según la normativa europea EN ISO 20345 se considera calzado de seguridad a aquel que incorpora una puntera de protección contra posibles impactos. Así, debe estar en capacidad de soportar hasta 200 J (Joules) de energía y una compresión de 15 kN (kilonewton).
En la normativa se contemplan también los calzados de protección y de trabajo. El calzado de protección tiene una protección al impacto de 100 J y 10 kN, mientras que el de trabajo no ofrece protección contra los impactos.
Por otra parte, según el tipo de material con el que han sido fabricados, los calzados de seguridad pueden ser:
Clase I: en este caso se utiliza cuero y otros materiales, pero no incluye caucho o polímeros.
Clase II: se usa en su fabricación o caucho, el cual es vulcanizado o polímeros que han sido modelados o inyectados.
Lo que debes tomar en cuenta al elegir un calzado de seguridad
Tal como te hemos comentado, en la normativa europea se establece con detalle todas las características que debe cumplir un calzado de seguridad. Al momento de adquirirlos, debes comprobar que cuente con la certificación de la norma, lo cual garantiza que ha sido sometido a las pruebas de resistencia y seguridad necesarias.
Asimismo, te recomendamos que tomes en cuenta los siguientes factores a fin de seleccionar el calzado con la mejor protección según el tipo de actividad:
Tipo de riesgos
Lo primero que debe hacer el profesional encargado de elegir el calzado de seguridad para sus trabajadores, es determinar los riesgos más comunes que pueden sufrir. Así, una persona que trabaja con electricidad va a requerir un calzado distinto al que debe manipular una sierra de cadena.
Además, hay una normativa especial para el calzado que puede estar sometido a la acción de productos químicos o para los bomberos. Todos han sido diseñados a fin de proteger al trabajador contra accidentes que pueden ocurrir en el cumplimiento de sus funciones
Protección contra golpes
Como ya hemos mencionado, para un calzado ser considerado de seguridad, debe tener punteras que protejan contra impactos de 200 J y compresión de 15 kN. Esto se puede lograr tanto con punteras metálicas como con otros materiales como el composite (resinas elaboradas a partir de diversos componentes).
Estas últimas suelen ser mucho más confortables para un uso prolongado y con mejor estética. Para conocer propuestas de calzado de seguridad que se adapten a las necesidades de tus trabajadores, consulta SerigrafiasLibra donde encontrarás marcas reconocidas en el área, como Paredes.
Resistencia a distintas condiciones
Un calzado de seguridad básico debe soportar el contacto con hidrocarburos sin que la suela sufra daños. Por otra parte, si el trabajador está expuesto a altas temperaturas las suelas deben resistir hasta 150° C.
Hay calzados especiales que deben ser capaces de soportar el calor por contacto hasta de 300 °C. En aquellos ambientes donde la temperatura es muy baja, el calzado debe contar con aislamiento térmico y soportar un frío de hasta -17 °C.
Protección del pie
La normativa exige que un calzado de seguridad cuente con el talón cerrado y que el tacón cuente con capacidad para absorber una energía equivalente a 20 J. Además, es conveniente que incluya protecciones especiales para la zona del metatarso y el tobillo.
Asimismo, un buen calzado de seguridad debe ser resistente tanto a la absorción como a la penetración del agua. También debe incluir plantillas de metal u otros materiales para evitar la perforación hasta con una presión de 1.100 N y ser resistente a los cortes.
Resistencia al deslizamiento
Un trabajador puede estar expuesto a diferentes superficies en las que es posible que ocurran resbalones por deslizamiento. Un calzado de seguridad debe cumplir al menos uno de los requisitos establecidos en la normativa EN ISO 20345 y tienen los siguientes certificados:
SRA: cuando soporta deslizamientos en suelos de cerámica con lubricante o agua jabonosa. Además debe contar con 7° de inclinación en el tacón.
SRB: en este caso el calzado ha sido probado en un suelo con acero inoxidable al que se agrega glicerina. El tacón tiene el mismo grado de inclinación antes señalado.
SRC: este es un calzado que soporta deslizamientos tanto en condiciones de suelo de cerámica con detergente como el acero con glicerina.
Prevención del riesgo eléctrico
Uno de los accidentes laborales más peligrosos es el asociado a descargas eléctricas a las que pueden estar sometidos los trabajadores. En este sentido, la normativa establece distintas condiciones que deben cumplir los calzados de seguridad:
Antiestático: todos los calzados de seguridad deben ser capaces de soportar entre 0,1 hasta 1.000 Mohm, que se supone disipa las chispas estáticas más comunes en el ambiente laboral.
ESD: con una resistencia menor a los 35 Mohm, se recomienda para aquellas personas que trabajan en la fabricación de circuitos eléctricos. Esto porque son capaces de disipar las cargas electrostáticas que pueden causar daños a los circuitos.
Conductor: su resistencia eléctrica es muy baja (inferior a los 0,1 Mohm) y están diseñados para ambientes donde la acumulación de cargas estáticas puede ser riesgoso. Se recomiendan en áreas con materiales altamente explosivos como las pirotecnias.
Aislante o dieléctrico: es un calzado adecuado cuando se trabaja en entornos donde hay riesgos de sufrir descargas de alta tensión. En este caso, debe demostrar tener una resistencia eléctrica por encima de los 1.000 Mohm.